martes, 1 de octubre de 2013

COMUNICADO URGENTE A PROPÓSITO DE LA ENSEÑANZA DE LA ESCRITURA ...



COMUNICADO URGENTE DE LA ASAMBLEA DE PONTEJOS (ACAMPADA-SOL-POLÍTICA A-LARGO-PLAZO), EN COLABORACIÓN CON LA COMUNA SIN NOMBRES, A PROPÓSITO DE LA ENSEÑANZA DE LA ESCRITURA CON DESTINO A PROFESORES QUE SIENTAN ALGUNA REBELDÍA CONTRA LOS PLANES DE LO ALTO Y DE AMOR POR SUS ALUMNOS

Decíamos en la última asamblea que éste era tal vez el modo más adecuado de atacar la obediente idiotez y la incapacidad de rebelión que nos imponen, por ejemplo, mediante eso llamado "el Sistema educativo":  si son capaces algunos profesores de reconocer con los alumnos, ante los alumnos, poniéndose de su parte a favor de la inteligencia común del lenguaje, que las normas de Ortografía que nos dicta la Cultura, que es donde está el Poder, arrebatan a la gente el don de escribir como se habla, lo que con el uso de las letras se le daba, y que es por ahí claramente, por la escritura, por  donde comienzan las leyes a fastidiar la vida (la de la gente que apenas empezaba a hablar) con el pretesto de ordenarla desde un centro, allá en lo alto, donde todo se divisa, idealmente, y se maneja para hacer Dinero. Así que de esto toca hablar en clase, si es que quiere hacerse algo...

No podemos hacernos idea si no lo ponemos en práctica, de hasta qué punto puede esto resucitar en chicos y grandes la inteligencia viva a la vez de la lengua y la política.

Se trata de esta simpleza: reconocer que no hay ningún motivo para no escribir "vaso" igual que "beso", "jitano" igual que "jirafa" más que el capricho y la pedantería de esas normas (los manuales de la Academia y los libros de estilo de tanto éxito de ventas, todo ello incorporado obedientemente en el ordenadorcito personal que nos han colocado) que mandan escribir con dos letras distintas lo que en la lengua verdadera, la hablada, no es más que un mismo fonema; reconocer que esto lo padecemos todos en común bajo la arrogante Autoridad de la norma ortográfica oficial, pedante hasta decir basta, que costantemente nos manda corregir donde no había por qué (es ella la causante de las faltas) y castigar al infractor, hasta humillar cualquier inteligencia. Si hay que enseñar las normas, que sea a plena conciencia de que no son razonables, de que traicionan a la lengua, que no nos dejan escribir como se habla,

que no hay razón gramatical que pida escribir como m ante p o b  (imperio, ambición) pero n ante v y f (envidia, infame) lo que es un mismo archifonema resultado de la neutralización de la oposición de las nasales (que se representa bien por el término no marcado de dicha oposición, o sea, N, lo que cualquier crío escribe en estos casos de fin de sílaba o palabra -"álbun", "delfín"-, antes de que esas reglas perviertan su genuino istinto gramatical), cosa que bien nos enseñó a ver el príncipe Trubetzkoy, hoy desterrado de todas las academias;

que no hay ningún error en escribir "estraño" igual que "estrépito", y que sólo por miedo a la autoridad (y a la vez reconocimiento de la falta de motivos lingüísticos de sus normas) podemos encontrar escritos (y acaso hasta pronunciados!) mostruos como "expléndido", que revelan que se nos ha obligado a meter la conciencia personal (o sea, como el psicoanálisis puso al descubierto, ese mismo miedo a la autoridad y sus castigos) donde no la llamaban. Porque es que no hay de verdad en la lengua hablada, en ninguna de las varias formas en que el español se habla, grupos de tres consonantes más allá de aquellos en que la última es una líquida, L o R ("anplio" "antro"), así que no hay más que escribir trasporte lo mismo que aspecto, o testo lo mismo que resto (a diferencia de flexo o nexo, donde no pasa eso), porque así se dicen esas palabras cuando se habla sin prevención (como la que doma las lenguas de esos actores, cantantes o locutores concienciados o también profesores pedantes que tratan de pronunciar las letras de la ortografía, que no sabe nada de la lengua; pero podéis reíros  cuando les oigáis pronunciar eKSTraño), sin miedo de que "costa" en "me costa" no vaya a distinguirse por escrito de "en la costa valenciana", como tampoco se distinguen -y da igual- "basta" (de bastar) de "basta" (bastorra). Al menos a esta pequeña reforma ortográfica nos atenemos en este mismo escrito (y ya es liberación, aunque sea poco). ¿Se va entendiendo la cosa? ¿Os escandalizáis, profesorcillos?

Contra la Autoridad de la norma ortográfica oficial que separa cruelmente a los profesores encargados de imponerla de los alumnos obligados a acatarla sin posibilidad de crítica alguna, proponemos una rebelión en las aulas que consistiría en razonar en cada caso en qué consiste la arbitrariedad de esa norma, única responsable de las famosas "faltas de ortografía" que, bien por incorrección bien por hipercorrección, se "cometen" al escribir. ¡Abajo la creencia de que escribir bien es obedecer las reglas de la Ortografía de turno! ése es nuestro grito. Y también ¡Fuera los que creen que hablar bien es pronunciar todas las letras que escribir nos manden! A ver si por una vez aprovechamos en favor de los alumnos lo que al menos en las universidades aún se nos enseñaba o se encuentra, si no, en algunos libros. Por más ejemplos:

-que " desde que el español oficial perdió el fonema H (que algunos dialectos mantienen hasta casi hoy en uso, cuando dicen "hambre", "hondo" o "ahogar"), los doctos del XVII o ya académicos del XVIII quedaban con las manos libres para jugar con la letra h y mandar que lo que en castellano se venía escribiendo omre o aver se escribiera hombre y haber, en vista de que en latín (como doctos que eran, sabían su poquito de latín) se había escrito homine y habere;

-una vez que en castellano se hubo anulado la oposición de fonemas que hacía distinguir en la escritura lo que en la lengua se distinguía, cavar (o, lo que era lo mismo, cauar) y lavor, pero caber y sabor, las letras b y v (cuando en el XVIII acabó de distinguirse de u) quedaban abandonadas a las decisiones de los cultos, que ordenarían escribir boca o hierba, no por nada, sino porque en latín eran bucca o herba, pero vaca o cuervo, porque en latín habían sido uacca y coruo, y los imperfectos de la 1ª, que durante siglos habían sido en castellano y se habían escrito con ava, cuando ya la distinción de las letras b/v no respondía a nada en la lengua, mandarían que se escribieran con aba, porque así se escribían en latín."  [sacado del artículo Ortografía, el País, 21 de Enero, 2001. ¡Mil gracias, Agustín, por escribirlo!]

-que no hay ningún error en escribir, por mera fidelidad a nuestro oído gramatical, "tres mas tres" sin signo de acento en "mas", que es átono en ese uso, a diferencia del "más" de "piden más"; o en ponerlo en "a tí" lo mismo que en "a mí", como debe ser; o en distinguir según ese mismo sentido común, sin necesidad de saber norma ninguna, cuándo se dice "aun" átono y cuándo "aún" tónico.

-que podemos reírnos de la insipiencia y la torpeza de esos cultillos dictadores de nuevas normas ortográficas cuando proponen (y logran imponerlo a los editores sumisos que quieran pasar su censura) escribir "rió" o "guió" sin acento, según la norma ya vieja para los monosílabos como "dio", porque ni se han dado cuenta de que sólo lo serían en todo caso para una parte reducida de los hispano-hablantes de América (pero sus leyes han de ser urbi et orbe) y quizá sólo como mera variante elocutiva, no en todos los casos. [v. a ver]

-que hay que dar la razón al alumno si le ha salido escribir junto "amicasa" o "decolores" en lugar de burlarnos de él (o llamarlo disléxico o cualquier cosa) y esplicarle la cosa: el uso normal del blanco de escritura deja bastante que desear (arbitrariamente manda, por ejemplo, escribir juntos los enclíticos "dame" y "danos" o el arcaico "dábale" o "húndase", pero separados los proclíticos "me da", "nos da" y "se hunda") y había una manera de hacer de él un uso razonable en la escritura de lengua: precisamente el que él ha hecho, el mismo que aparecía tantas veces en las cartas de gente poco culta (menos traidora  por ello al don de escribir como se habla), que trataban de usarlo para separar simplemente los bloques acentuales, tramos de un solo acento por lo general ("enelpueblo"), dudando en los casos de doble acento, dominado-dominante  ("tranquila mente", "habenido"), lo que era dar razón de algo que la ortografía habitual no respeta: que no es lo mismo un tramo con acento, capaz de hacer frase por sí solo, que un tramo átono (en- o pro-clítico, preposición, artículo), que sólo agrupado con una palabra plena tiene sentido en la lengua;

-que igualmente hay que darle razón si escribe "Mi padre, no quiere trabajar" con coma, igual que "Estos días, no sentimos hambre", porque, aunque la Academia manda lo contrario, ahí se hace una coma como una redoma. Habría tanto que decir sobre el desastre que reina en el entendimiento, y por tanto en el uso, de los signos de puntuación...;

-que en verdad no habría mayor problema ni caos si se nos enseñase y se nos dejase libremente escribir según lo que el conocimiento (subcosciente) de la lengua que hablamos nos sugiere a sus distintos hablantes. Aquí puede hacerse un ejercicio de imaginación: apenas notaríamos otras diferencias escritas que las que distinguen el habla de uno de Soria, por ejemplo, que no confunde "valla" y "vaya" (usaría las dos letras a diferencia de los que sí las confunden porque no tienen ya más que un mismo fonema en ambos casos, que sólo usarían la y, la más sencilla), o la de un hablante que no fuera del norte de la península, que no distingue "cazar" de "casar" (y no necesitaría más que una letra), de otras hablas, etc... cosas que no dan ningún problema para entendernos, porque hacemos astracción al oírlas en cuanto las notamos, si es que llegamos a notarlas coscientemente.

Nadie se creería así con derecho a llamar inculto, burro o ignorante a nadie por no conocer una norma;
como mucho, habría dudas interesantes a la hora de escribir ciertas cosas (los tres archifonemas, por ejemplo, resultantes de la neutralización de cada una de las tres series de oclusivas, es decir: lo que es lo mismo en apto que en oftalmólogo que en abdomen o en kebab; lo mismo en octubre que en atmósfera que en admitido o en Valladolid; lo mismo en zigzag que en acné que en carcaj) que, se optara por lo que se optara, no darían mayor problema para reconocer la palabra escrita. ¡Menudo ahorro de memeces que sería!
Por otra parte, no olvidamos que la rebelión contra la escritura impuesta a la que aquí declaradamente se os invita (sobre todo contra la imposición y defensa que de ella hacen sin pensar la mayoría de los profesores y los más cultillos de entre la gente, como si fueran ellos sus inventores) es la misma que está siempre en marcha entre los menos conformes, ésos que hace tiempo decidieron, por ejemplo, entre nosotros, no usar más que la letra k para el mismo fonema. Se trata sólo de ayudarla a no confundirse (de devolver al pueblo, si acaso más refinada y libre de perdederos vanos, su propia sabiduría, según el propósito de aquella honrada Escuela Popular de Sabiduría Superior de Juan de Mairena y su maestro), para que no tire por ejemplo por las malas vías por las que  incluso compañeros de la asamblea se creen obligados a escribir compañerxs (desde que hasta los gobernantes más de derechas habían adoptado la arroba)* .

Que resultaría que el único que necesita hacer cumplir Reglas de Ortografía es el Régimen, con todas sus estadísticas y su aparato de clasificación y aburrimiento de las gentes por medio de la Examinación Obligatoria (la llaman Educación y no es más que eso, y por supuesto sin diferencias entre pública y privada) y el Atiborramiento de  Informaciones y de Órdenes, que lo que hacen es matar o estropear la viva inteligencia que en la gente late, por debajo de lo meramente personal o individual (porque late en la masa de que están cualesquiera cosas haciéndose, y hablando por ahí en mil idiomas) que es lo único que le importa al Capital y a sus Estados. Pero esos son los fines del Poder. Por acá abajo...

el grito del pueblo no puede ser más que "¡descubrimiento de las mentiras y así liberación de las cadenas!" y un deseo de buen entendimiento para la revuelta; de ningún modo una propuesta ni petición de otra reforma ortográfica más: no se puede pedir al Poder que entienda lo que la lengua sabe y dice, porque hasta ahí no llega su poder: igual se deshacía en el acto al descubrir que ahí Él no manda.

No hay ningún problema en reconocer aquí entre nosotros lo mucho que las normas de ortografía nos estorban y nos han llenado innecesariamente de pejigueras, tropiezos y trampas de todo tipo el arte (subcosciente como la lengua hablada, una vez adquirido) de escribir, obligándonos a hacerlo a conciencia, a necesitar diccionarios y manuales de ortografía, por miedo a  incumplir alguna regla y ser tachados por el Señor de incultos, a corregir y reprimir coscientemente (¿o sería mejor decir concientemente?) los honrados impulsos de nuestras manos y dedos de no escribir más que lo que es pertinente para la lengua, los elementos astractos de los que participan sin distinción las distintas bocas, según la convención del idioma, más o menos dialectal, en el que hablen. 
Son esas normas, o más bien leyes, las que han hecho verídico a lo largo de toda la triste Historia el horrendo dicho: "la letra con sangre entra" (pero que "tal vez con un poco de salivita nada más podrían salir las malas letras" o eso nos atrevemos a soñar).

Y decimos que la escritura del español oficial contemporáneo es, por supuesto, detestable, y puestos a darnos cuenta de ello, ya estamos haciendo otro ejercicio de imaginación (que para algunos será de recuerdo) del tormento que puede suponer para un chico que hable francés o inglés aprender las absurdas pedanterías de que está llena la escritura oficial o paterna de su pobre lengua materna (¿cómo es posible aguantar durante tantas generaciones que una simple i se escriba en inglés al menos de estos 5 modos: ee en "bee", e en "he", o en "women", i en "rich", ea en "fear", etc.?). Apenas se salvan un poco, en comparación, de la mala escritura lenguas como el italiano o hasta el alemán y el ruso, y otras más lejanas de las sólo muy recientemente escritas (así no es tan mala la de la lengua vasca misma, en sus dialectos o ya unificada), pero hay casos horribles y menos conocidos, como el de la escritura de las vocales del griego moderno. Luego está el caso del chino y su escritura vocabular, que nunca ha dado el salto a la fonémica, donde es sabido que
                                   "cuanto más
número de vocablos sepa el
                        funcionario ya escribir,
tanto más por la escalera
                        del Poder ha de trepar."

¡Tantos tormentos encubiertos siempre, por no contradecir a los mayores y más altos!  Pero ¿esto qué es? nos preguntamos. A ver si vamos a descubrir por ahí por dónde empieza la opresión del pueblo, ése que no se cuenta por número de cabezas más que cuando los Amos han logrado que agache la cerviz o quede muerto en la batalla, o cuando han logrado por fin que, uno a uno (un hombre, un voto), firme cada cual  "personal y libremente" el contrato de su prostitución en cualquier triste mercado de la competencia multinacional, no vaya a ser que no se salve el Hombre, que no logre venderse y colocarse o que no forme a tiempo su Pareja. ¿Por dónde va a empezar más que por el cambiazo de lo común y popular, la lengua gratuíta, por la escritura y las reglas de los señores, por la cultura que vale dinero?

Quizá ante todo para eso de firmar nos daba su escritura, así, tergiversada, el Gran Banquero. ¿Qué hacen esas letras gigantescas, por las tapias y paredones de todo el mundo habitado (mayormente por los automóviles), de manos de muchachos casi siempre, sino proclamar el triunfo del dominio de Su escritura, ésa que al pueblo no le dice nunca nada ni bueno ni claro? ¿O será que las letras, ellas mismas, están gritando a ver si alguien las oye, "¡Socorro: liberadnos del servicio a esta empresa de la muerte!"?

Pues como no se sabe, os enviamos
esta carta sin más: que corra y llegue
donde puedan leerla y entenderla.

Salud!


* [les han hecho confundir (y cualquier confusión en esto beneficia al Amo) el mecanismo gramatical de la clasificación general, llamada de "género", del léxico (y su anulación al combinarse con el número plural, de la que resulta como término no marcado el "masculino", que ya no es ni siquiera "masculino" sino "genérico", al no poder ser de otra manera), que actúa con total indiferencia de las prácticas sociales (porque los balones no son machos ni hembras  las pelotas), con la istitución patriarcal de la Cultura (y que en coherencia con la misma equivocación, han adoptado, con el mismo temor de incurrir en las iras de los feministas, el término "género" para no decir "sexo" o algo peor), que no necesita para nada una clasificación de género en la lengua para hacer la puñeta al pueblo. Una y otra vez habrá que repetir que en los mecanismos puramente gramaticales como éste no intervienen nuestras ideas, no hay motivos semánticos: la gramática del inglés americano parece que ha incluído recientemente, en la 2ª persona (para distinguir "vosotros/as" de "tú"), un "you-guys" que ha perdido con ello todo rastro de "referencia a hombres": gramatical quiere decir no-semántico, sin referencia a cosas reales.]

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