miércoles, 22 de febrero de 2012

Sobre la huelga General

Ha resucitado en las últimas asambleas la posibilidad de una huelga general, como se ha oído decir, “indefinida”. Una distinción muy clara se hacía ya en este texto de Walter Benjamin entre dos tipos de huelga general: sería útil aprovechar la claridad de esta exposición de Benjamin para los próximos debates, por lo que os recomendamos la lectura atenta de estas líneas, que la verdad es que no tiene desperdicio. En este ensayo, titulado Para la crítica de la violencia (trad. al español de A. Murena), describe la violencia a la vez como creadora y conservadora de derecho, trata de las formas que adopta (militarismo, policía, y violencia mítica y divina), y también encuentra, como opuestos a ella, lo que llama “medios puros” (libres de violencia): la lengua común de la gente, es decir, “la conversación considerada como técnica de entendimiento civil”, y un tipo de huelga que, como se oía hoy, es “para no volver”, “indefinida” en el sentido de sin fin, distinta de otras (las que conocemos) que usan la extorsión para conseguir unos fines.
Si os parece de interés y tenéis medios, procurad que se difunda este razonamiento lo más posible. Salud!

“A continuación definiremos dos tipos esenciales de huelga, cuya posibilidad ya ha sido examinada. El mérito de haberlos diferenciado por primera vez (más sobre la base de consideraciones políticas que sobre consideraciones puramente teóricas) le corresponde a Sorel*. Sorel opone estos dos tipos de huelga como Huelga General Política y Huelga General Revolucionaria. Ambas son antitéticas incluso en relación con la violencia. De los partidarios de la primera se puede decir que “el reforzamiento del Estado se halla en la base de todas sus concepciones; en sus organizaciones actuales los políticos (es decir, los socialistas moderados) preparan ya las bases de un poder fuerte, centralizado y disciplinado, que no se dejará perturbar por las críticas de la oposición, que sabrá imponer el silencio, y promulgará por decreto sus propias mentiras.” “La huelga general política nos muestra que el Estado no perdería nada de su fuerza, que el poder pasaría de privilegiados a otros privilegiados, que la masa de los productores cambiaría sus patrones.” Frente a esta huelga general política (cuya fórmula parece, por lo demás, la misma que la de la pasada revolución alemana), la huelga proletaria se plantea como único objetivo la destrucción del poder del Estado. La huelga general revolucionaria  “suprime todas las consecuencias ideológicas de cualquier política social posible; sus partidarios consideran como reformas burguesas incluso a las reformas más populares.” “Esta huelga general muestra claramente su indiferencia respecto a las ventajas materiales de la conquista, en cuanto declara querer suprimir al Estado; y el Estado era precisamente… la razón de ser de los grupos dominantes, que sacan provecho de todas las empresas de las que el conjunto de la sociedad debe soportar los gastos.” Mientras la primera forma de suspensión del trabajo es violencia, pues determina sólo una modificación extrínseca de las condiciones de trabajo, la segunda, como medio puro, está exenta de violencia; porque ésta no se produce con la disposición de retomar (tras concesiones exteriores y algunas modificaciones en las condiciones laborales) el trabajo anterior, sino con la decisión de retomar sólo un trabajo enteramente cambiado, un trabajo no impuesto por el Estado, inversión que este tipo de huelga no tanto provoca sino que realiza directamente. De ello se desprende que la primera de estas empresas da existencia a un derecho, mientras que la segunda es anárquica. Apoyándose en observaciones ocasionales de Marx, Sorel rechaza toda clase de programas, utopías y, en suma, creaciones jurídicas para el movimiento revolucionario: “con la huelga general todas estas bellas cosas desaparecen; la revolución se presenta como una revuelta pura y simple, y no hay ya lugar para los sociólogos, para los amantes de las reformas sociales o para los intelectuales que han elegido la profesión de pensar por el proletariado.” A esta concepción profunda, moral y claramente revolucionaria no se le puede oponer un razonamiento destinado a calificar como violencia esta huelga general a causa de sus eventuales consecuencias catastróficas, incluso si puede decirse con razón que la economía actual en conjunto se asemeja menos a una locomotora que se detiene porque el maquinista la abandona que a una fiera que se precipita apenas el domador le vuelve las espaldas, queda además el hecho de que respecto a la violencia de una acción se puede juzgar tan poco a partir de sus efectos como a partir de sus fines, y que sólo es posible hacerlo a partir de las leyes de sus medios. Es obvio que el poder del Estado, que atiende sólo a las consecuencias, se oponga a esta huelga (y no a las huelgas parciales, en general efectivamente extorsionadoras) como una pretendida violencia. Pero, por lo demás, Sorel ha demostrado con argumentos muy agudos que una concepción así rigurosa de la huelga general resulta de por sí apta para reducir el empleo efectivo de la violencia en las revoluciones.”

*Sorel, Réflexion sur la violence.

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