jueves, 7 de octubre de 2010

Minúscula 6 - HACIA ATRÁS

El tiempo de verdad, que es un tiempo que no se sabe lo que es, que,
por ejemplo, no tiene ninguna cosa de esas de pasados ni futuros, ni
tiene una flecha que tire para la izquierda y otra que tire para la
derecha, sino que, al no tener más que un sentido, este sentido en el
que ahora mismo nos estamos hundiendo, no tiene ninguno. Ese tiempo de
verdad, por este afán de saber, de concebir, se va convirtiendo en el
tiempo que ustedes manejan o que les maneja a ustedes, en el tiempo de
la Banca y de la Ciencia, un tiempo que se sabe, un tiempo que
efectivamente tiene ya sus dos flechas, tiene pasado y futuro, y, si
nos apuran, pues hay en el medio un puntito que es el presente, en
fín, toda la fantasmagoría bien poco graciosa de que tienen ustedes
llenan las cabezas si se descuidan y no las liberan de vez en cuando
respecto a esto del tiempo. Esto que se dice en general, se dice
también respecto a los casos de la vida: la función de la poesía
parte de una no resignación a la condena al tiempo real, va contra
él, trata de descubrir su mentira. En ese sentido la poesía se sitúa
en cierto modo en el umbral de los dos mundos, donde tenemos que
imaginar a Orfeo en el momento del fracaso, cuando está a punto de
arrastrar afuera a Eurídica y todavía él mismo no ha salido y vuelve
la cara.

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