viernes, 2 de marzo de 2012

LA VOZ DE NADIE - Granada, octubre de 2011


El movimiento popular de mayo ha sacado a la luz pública la cara de la crisis que permanecía oculta: la crisis política, que también podemos llamar crisis de la democracia, o crisis de la representación.
Desde entonces seguimos dándole la vuelta a la moneda (falsa) de la crisis, y descubriendo su otra cara. Aunque en realidad, la crisis de la representación tiene muchas caras. Tan solo hay que llegar y, sin más, sacar a la luz alguna de ellas.

Tal que así:

Llegaron los de abajo y le dijeron al de arriba: «¡Que no, que no, que no nos representas!»
Llegó el pueblo y le dijo al presidente del gobierno democrático: «¡Que no, que no, que no me representas!»
Llegaron los afectados por la crisis y le dijeron al jefe del partido de la oposición: «¡Que no, que no, que no nos representas!»
Llegaron los trabajadores y le dijeron al jefe del sindicato: «¡Que no, que no, que no nos representas!»
Llegaron los estudiantes y le dijeron al ministro de Educación: «¡Que no, que no, que no nos representas!»
Llegaron las mujeres y le dijeron al Hombre: «¡Que no, que no, que no nos representas!»
Llegaron los niños y le dijeron al adulto: «¡Que no, que no, que no nos representas!»
Resucitaron los muertos de la carretera y le dijeron al ministro de Fomento: «¡Que no, que no, que no nos representas!»
Llegaron los valientes y le dijeron al general: «¡Que no, que no, que no nos representas!»
Llegó el Cuerno de la Abundancia y le dijo al multimillonario: «¡Que no, que no, que no me representas!»
Llegó el sentido común en persona y le dijo al filósofo renombrado: «¡Que no, que no, que no me representas!»
Llegó razonando la razón y le dijo al prestigioso científico: «¡Que no, que no, que no me representas!»
Llegaron cantando las musas y le dijeron al Nobel de Literatura: «¡Que no, que no, que no nos representas!»
Llegó volando una bandada de pájaros retando al pintor: «¡A que no, a que no, a que no nos representas!»
Llegaron los acampados y le dijeron al fotógrafo de prensa: «¡Que no, que no, que no nos representas!»
Llegó el verbo encarnado y le dijo al Papa: «¡Que no, que no, que no me representas!»
Llegó un niño jugando a la pelota y le dijo a los campeones del mundo: «¡Que no, que no, que no me representáis!»
Y así podríamos seguir interminablemente; solo que entonces, ¿a quién representan los representantes? Pues está muy claro:
Llegó el dinero y le dijo al banquero: «¡Que sí, que sí, que sí me representas!»
Llegaron los poderosos y le dijeron al político: «¡Que sí, que sí, que sí nos representas!»
Llegó la mentira y le dijo al director del periódico: «¡Que sí, que sí, que sí me representas!»
Llegó la mayoría y le dijo al representante elegido democráticamente: «¡Que sí, que sí, que sí me representas!»
Llegó la caradura y le dijo al corrupto: «¡Que sí, que sí, que sí me representas!»
Llegó la miseria y le dijo al economista: «¡Que sí, que sí, que sí me representas!»
Llegó el miedo y le dijo al mafioso: «¡Que sí, que sí, que sí me representas!»
Llegó la estupidez y le dijo al presentador de televisión: «¡Que sí, que sí, que sí me representas!»
Y así interminablemente también. ¿Quién puede ponerle límites a la crisis de la representación?

Pero claro, también podemos decir, para no cerrar en falso, y para no hacernos demasiadas ilusiones, algo como esto:

Llegó otra vez el pueblo y le dijo al Movimiento 15­M: «¡Que no, que no, que no me representas!»
Y es que los que contradicen a los representantes del Poder no pueden ellos estar libres de contradicción.
Ni el abajo firmante tampoco. Lo que no impide seguir haciendo pública, si eso fuera posible, una voz popular, o sea, una voz que contradiga lo que dicen los poderosos, o que diga lo que ellos callan.
Voz de nadie, por ser de cualquiera.