–Así que a celebrar por ahí las Páscuas. –Bueno, mujer, no exageres: las vacaciones. –Ya: y ¿cómo andan por esos barrios? –Pues, ¿cómo quieres?: Todo fiestas y ruidos y revoleos, al son de las procesiones, cuando salen, y, si no, a otras músicas y ruidos, vinos, flores… Ya sabes. –Ya sé: celebrando en grande la Pasión. –¿La Pasión? ¿Qué dices tú, Nerisa? –Ni te acordabas ya, Terele, de que la Semana Santa era por eso, por la pasión y muerte de Jesús. –¿Cómo no voy a acordarme? Pero eso… ¿qué pasa? ¿Te has vuelto ahora religiosa? –No; pero, con tanta bambolla y barullo, me ha dado por pensar que qué poco debe de quedar de compasión entre la gente. –¿Qué?: ¿Querías que fuese como en tiempos de la abuela, que dice que las mujeres lloraban por las calles al pasar los pasos de la Pasión? –No sé lo que quiero, pero eso que ahí estaba pasando era algo serio: era nuestra redención. –¿Redención? ¿Qué era eso, sabihonda? –Pues era, dicen, que es que nos habían vendido.. –¿Vendido? ¿A quién? –Pues ¿a quién va a ser?: al dinero, al que puede. –Y, ¿qué? –Pues que esto de la pasión era para descomprarnos. –¿Cómo? –Haciéndonos sentir en carne qué es eso del dinero. –¿Qué es? –La muerte. –¿Eh? –El futuro de cada uno. –Y ya con sentir eso… –Ya con eso librarnos del trato, deshacer la venta de las almas: eso es redención. ...¿Que de eso nos lavaban las lágrimas de la compasión? –Puede. Pero, a lo que se ve por la feria, las cosas no han ido por ahí, ¿verdá, Terele? –Me parece, Nerisa, que me estás haciendo cosquillas en la oreja. –Pues cuelgo, prima, no se te vaya a meter alguna larvita de desengaño por el caracol.
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¡Que
se declare y se sienta bien claro lo que es esta condena al dinero, a
la vida privada del señor hombre y su señora hombre y a la economía
justiciera del estado-capital que los fabrica, que quiere que valga para
todas sus crías y para cualquier criatura, como si no hubiera otra!
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Por
cierto, que me he dado cuenta de la relación de la falta de compasión
"que se ve por la feria" con la creencia en la libertad personal o por
lo menos con la proclamación y la afirmación a cada paso y a todas horas
de esa libertad (¿será eso la creencia*: sostenella y no enmendalla sin
asomo de razón? Supongo que va junto con "doctores tiene la Iglesia",
que sirve para no permitirse cuestionar nada), de que "si te pasa eso,
es porque quieres", "de tí depende", "tú eres muy dueña de...", "si
trabaja en eso, es porque quiere", y puede llegar a oírse que Jesucristo
se metió en aquello por su propia voluntad (que "se dejó apiolar por
santurrón" como decía aquel), por su libre culpa: como tenía un nombre
propio, pues ya está. Que cada quien es cada quien, vamos (qué querrá
decir eso?), que no hay más que acatar el ideal, aplicarlo por doquier, y
ni sentimientos ni razones.
¿Os
dais cuenta vosotros también de cómo elimina cualquier compasión esa fe
en la libertad de cada uno, esa idea salvadora del señor, que no puede
permitirse sentir con otro, y cómo sale al paso de esa tentación al
momento? ¿Quién sería uno, si no? Te la aplican aquí sin compasión, en
cuanto barruntan que sufres algo o por algo; pueden incluso decirte que
sufres porque quieres, porque hay remedios o filosofías de sobra para no
sufrir y no las estás usando, y condenan el sufrimiento, lo condenan a
ser algo así como una enfermedad tuya, nada de que pueda sufrirse en
común y no en particular. Terrible!
Supongo
que es por eso que la simpatía o compasión queda reducida para muchos,
por ejemplo, a algunos casos del reino animal... (¡pero los hay que
piden derechos para ellos, como si fueran unos sin-papeles
cualesquiera!) porque no se entiende cómo la imposición del ideal del
hombre libre pesa sobre la gente en cuanto nos ponen el nombre del
muerto futuro, condenándonos a la guerra, a la división, a la venta y a
no ser capaces de sacudir el yugo, que es ese ideal de que yo soy ése.
Pero no soy ése, no. Seas quien seas tú, oh ente autónomo último,
¡sacúdetela tu cruz!
*pensando
más en eso de la creencia, de la fe, mayoritaria, que me da mucho que
pensar, y recordando lo que decíamos de que es un saber, se diría que lo
primero es un saber (y un terror) de las violentas prácticas del mundo,
de lo que reina en la justicia, en la literatura y en las demás
istituciones y tratos o maltratos que se hacen pasar como lo normal o
real, y luego una justificación de eso: si nos tratan así es porque
somos así, y ya se inventa la naturaleza humana y tal y cual, y la
naturaleza toda con ella.
Así
que el hallazgo de la incertidumbre (esa clara incertidumbre de lo que
me pasa a mí y a cualquier cosa conmigo) o el hallazgo de lo que hay
fuera del tiempo (real, pretendidamente natural), de AHORA sin medida ni
fin, es un hallazgo precioso, junto con éste de la razón común.
¡Salud! ¡y que viva la comuna!