Hace ya tiempo que Universidades y Escuelas se han convertido en meros y descarados organismos examinatorios de los súbditos. Su única función real es, hoy más que nunca, esa de asegurarse de que cada uno sabe lo que todos en conjunto tenemos que saber, y conceder en virtud de ello los títulos y salidas a la colocación y promoción de cada Individuo en la escala de jerarquías de la vida. Materias e investigación se vuelven mero pretesto para el cumplimiento de esa función verdadera de las Istituciones. Nos hacen ya desde pequeños continuo objeto de evaluación; siempre con el Alma en la balanza; averiguando cuánto vale uno; viendo su destino cifrado en un número que va a ser el de su aprecio en el Mercado, la promesa de su éxito en éste. Y para eso ¿Qué?: obedecer, trabajar y asimilar. ¿Qué pueden importar desde ese momento las cosas y sus problemas? ¿Qué interés por sí mismos pueden guardar los quehaceres escolares cuando están tan implacablemente sometidos al interés por la valoración y costitución de
El truco es sencillo. Resulta duro llamar a la muerte ‘Muerte’; en cambio cuela mucho mejor llamarla ‘Futuro’ . Pero como no hay más muerte que la futura, todo aquello que se llame Futuro es Muerte, y así se le llama para disimular. Imaginaos entonces la gracia que os están haciendo cuando os dicen que tenéis mucho futuro. Y tenéis mucho Futuro en efecto. Tenéis tanta cantidad de Futuro que no hay tiempo para vivir. No hay tiempo para vivir porque ese tiempo en que a lo mejor podría suceder tal cosa como vivir está enteramente ocupado en la preparación del Futuro de todas esas maneras que sabéis, desde las más conocidas por vosotros, desde que os hacen estar pendientes de un examen, desviviéndoos literalmente para prepararlo. Y no tiene ninguna importancia de qué os examinan. Al Aparato le importa un bledo cuál sea la materia. Lo que importa es que tengáis un programa, un proyecto, un plan, y que tengáis que examinaros, el dia de mañana, a fecha fija. Y cuando llega el final de carrera... más de lo mismo. El Juicio Final es siempre futuro y al punto vendrán otros Ideales a los que sacrificarse y rendir culto, a los que vender lo que de vivible pudiera haber a cambio de seguridad. Así, futurito tras futurito, como si fuesen los parciales, nos va llegando el Futuro definitivo, la muerte verdadera.
Nosotros, por aquí abajo, no sabemos más que lo que nos imponen, y nos gustaría saberlo cada vez mejor. No tenemos nada a cambio porque no sabemos el futuro y queremos saberlo cada vez menos, pero sí sabemos que el cambio continuo es precisamente el truco para que nada nuevo pase (aspiración suma del Poder). No caigamos pues en la trampa de imitarLos, de ir a proponerles a Ellos alternativas y demás monsergas como
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